Razón no le falta a Tony Rosado cuando dice –y mostrando su ojo moreteado– que el del miércoles fue un concierto que casi le cuesta un ojo de la cara. “Cuando me cayó el ladrillo pensé que me habían volado el ojo, no podía ver, me pudieron hasta matar, vi de cerca la muerte. Mi seguridad corrió para rescatarme y salvarme la vida. Pude haber muerto”, contó ayer el “Ruiseñor de la Cumbia”, algo más tranquilo, tras el infierno que le tocó vivir la madrugada del 30 de marzo, durante el concierto que ofreció por el aniversario del AH Jorge Chávez de Talara y que acabó entre pedradas y con cuatro heridos de bala.
Según narró el cumbiambero, una banda de desadaptados convirtió de un momento a otro su concierto en un campo de batalla.“El evento empezó conmo a las nueve y media de la noche. A eso de la una de la madrugada y cuando el concierto estaba en su mejor momento, el público que se encontraba al fondo del local comenzó a lanzar piedras. Parece que fue un lío de pandillas, todo estaba fuera de control, las piedras iban y venían y escuchamos disparos. Con mis músicos dejamos nuestros equipos, decidimos retirarnos del escenario de inmediato y buscar refugio”, comentó Tony.“Mi carro estaba en la parte posterior del estrado, temí que le rompan las lunas, por lo que corrí, y de pronto sentí el ladrillazo en mi cara, entre la ceja izquierda y la nariz. Casi me cuesta un ojo de la cara este concierto, pero gracias a Dios la puedo contar”, relató Rosado, quien aseguró que siempre tuvo a su lado a los miembros de su seguridad.
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